Aunque no lo veamos, el booker es una profesión que siempre está trabajando.

Tal vez consideres que no necesites la figura de booking en tu espacio o festival, pero tenemos que decirte que te estás perdiendo la posibilidad de potenciar tus line ups, de organizarlos tanto por público, por corte de tickets, por género, tu dirás. El booker está para eso, para exprimirlo a más no poder, les encanta. En su mayoría coinciden en que no se van a dedicar toda la vida a ese rubro, así te van a entregar sus mejores años.

Manejan la data dura, analizan y evalúan posibles rendimientos de determinadas bandas, pueden decirte qué puede funcionar y qué no, que se ajusta más a tu espacio y así directamente evitarte dolores de cabeza.

Su función es como un trabajo multifacético que requiere una combinación de habilidades tipo arte marcial, más allá de la paciencia y su whatsapp estallado, su principal arma es adquirir una profunda comprensión del entorno musical.

Son responsables de investigar, proponer, seleccionar y hasta contratar a los artistas, lo cual implica proyectar escenarios, seleccionar qué, dónde y cuándo, detectar posibles nuevos talentos, recibir y clasificar cientos de propuestas artísticas. Deben estar updateados de todo y en todo, cuándo sacan un disco, quién está girando, a quién denunciaron, dónde abren un festival. Este proceso es tan selectivo que lo realizan con precisión para asegurarse que los artistas que ofrecen contratar sean relevantes, seguros y atraigan público. Caso contrario saben que su función en la escena tiene mecha corta.

Un booker hará un seguimiento de prensa de cuanto artista, espacio y festival tenga en su cartera.

Muchas veces una banda que se baja a días del show genera un hueco en el line up donde quedamos mirándonos las caras sin saber que hacer, ahí es donde un booker viene a salvar las papas con posibilidades de reemplazos que minimizan este cambio en la grilla y así nosotros podemos seguir vendiendo tickets. Aquí no ha pasado nada.

Podríamos decir que son un nexo entre lo artístico y el negocio, así como puede establecer que banda es la indicada, también conoce hasta dónde le da la billetera a tu espacio, cuánto puede destinarse a un show y cuánto podría ser el retorno de esa inversión. Tu amigo que te sugiere las bandas que conoce no sabe nada de esto, porque tu amigo no es booker.

Que tengas 50 bandas solicitando tocar en tu espacio no significa que no necesites un booker, todo lo contrario, es donde más necesitas administrar esa demanda, filtrar y organizar, mantenerla siempre en contacto, tenes que correrte de esa negociación y dejarlo en manos de la persona que se dedica exclusivamente a eso. Además, ese booker también se dedicará a tareas de comunicación y prensa, a que no falte nada de lo que se arregló entre las partes, mediará y trabajará para que el show sea un éxito en todo sentido, por más que al finalizar el evento nadie le adjudique el logro.

No existe una carrera para ser booker, lo que demuestra es que son verdaderamente apasionados de la música en vivo. Quizás alguien haya hecho algún curso o taller de producción donde se habla del tema booking, pero lejos se está de enseñar la profesión. Un booker se hace en el campo, armando rompecabezas, fichando headliners y rellenando line ups, pasando su mayor parte del tiempo viendo espectáculos, proponiendo shows a espacios de 100 personas como para festivales de 100.000 asistentes, por eso el trabajo del booker no conoce de tiempo libre, de feriados o de vacaciones, para él siempre es temporada alta.